Estrés y Burnout en Madres Trabajadoras: ¿Quién te puso la capa de supermujer?

Si eres madre y trabajas, seguramente has sentido que tu día a día parece un maratón sin línea de meta.

Por un lado, el trabajo; por otro, la casa, los niños, las cenas y las tareas que nunca terminan. Y en el medio, tú, tratando de ser esa supermujer que parece estar en todas partes y hacerlo todo perfecto. Spoiler: no hace falta que seas perfecta.

Vamos a hablar de por qué nos pasa esto, qué consecuencias tiene y, sobre todo, cómo podemos darle la vuelta.

¿Por qué las madres trabajadoras acaban al borde del burnout?

1. Doble jornada laboral (y sin aplausos, por cierto): Terminas tu jornada laboral, pero en vez de ir a descansar, empieza tu «turno dos». Tareas domésticas, cenas, deberes, duchas… Como si no llevaras ya un día entero a cuestas. No es raro que acabes agotada, física y mentalmente.

2. Expectativas de supermujer: Nos han vendido que podemos con todo, que debemos ser madres entregadas, profesionales impecables, parejas perfectas y encima tener tiempo para el yoga. ¿Perdona? Esa presión constante es una bomba de relojería.

3. Cero red de apoyo: Muchas veces, sentimos que todo recae sobre nuestros hombros. La falta de ayuda en casa o de una red de apoyo puede hacer que todo parezca demasiado.

¿Qué pasa cuando el estrés se convierte en tu compañero de piso?

1. Tu salud se resiente: El estrés crónico no se queda en un simple «estoy cansada». Puede provocar insomnio, ansiedad, hipertensión o incluso depresión. ¿Notas que te falta energía o que ya nada te motiva? Es hora de parar.

2. Tus relaciones sufren: Cuando el agotamiento se acumula, es fácil perder la paciencia o desconectar emocionalmente. Esto puede crear tensiones en casa y en tus amistades, justo cuando más necesitas apoyo.

¿Y cómo salimos de este círculo vicioso?

1. Prioriza como si tu vida dependiera de ello (porque un poco sí): No todo es urgente ni todo lo tienes que hacer tú. Aprende a distinguir lo importante de lo que puede esperar.

2. Delegar no es pecado, es supervivencia: Reparte responsabilidades en casa. Si tus hijos pueden manejar una tablet, también pueden doblar ropa o recoger su habitación.

3. Haz del autocuidado tu religión: No hablo de cosas complicadas. Un paseo, un baño largo, diez minutos de silencio con un café caliente… Lo que sea, pero algo solo para ti.

4. No le tengas miedo a pedir ayuda: A veces necesitamos a alguien que nos guíe, y para eso están los profesionales de la salud mental. Una buena terapia puede ser el salvavidas que necesitas.

La conclusión (sin rodeos): Si te sientes al límite, recuerda esto: no estás sola. No eres menos madre, menos trabajadora o menos mujer por necesitar un respiro o por pedir ayuda. La verdadera fortaleza está en reconocer que también necesitas cuidarte. Y, sobre todo, deja esa capa de supermujer colgada en el perchero. No la necesitas para ser increíble.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio